lunes, 21 de enero de 2013

de Eduardo A. Mallea:

Eduardo A. Mallea
Poeta y Escritor Argentino
(1903 - 1982)

El desprecio

“… Me levanté en espíritu y abrí los ojos sobre esa realidad. Me sentí extrañamente lleno de angustia y furia. Me llené de desprecio y amor. Creí haber llegado a un momento fértil de mi vida, a ese en que el torbellino del alma nos dice cuáles son nuestros odios fuertes, cuáles nuestros amores fuertes; qué es lo que llevamos en nosotros frágilmente y qué lo inconmovible, lo rudo, lo perdurable; qué es lo que llevamos hecho ruina y qué lo que llevamos de naturaleza imbatible. Y estaba ahí circundado por los dos países, aquel contra el que me levantaba, en el que no me resignaba a vivir, aquel del que quería conservarme inexorablemente alejado; y el otro, el creador, el país verdadero, el país mío, mi país, mucho más fuerte que el otro; como son más fuertes que la ola externa las corrientes de profundidad.

No pasa de ser un engaño creer que nuestros amores y nuestros odios se originan al azar; esos sentimientos elementales hacen de nosotros criaturas elementales, nos recogen, antes de devolvernos en la pasión con mayor fuerza, en las playas de nuestro propio yo, y cuanto más cerca estamos de nosotros, es cuando somos más elementales; no se ama ni se odia de un modo instintivo e infantil, y aún en el amante más parco de corazón, esos movimientos del ánimo lo tienen todo de borrasca y nada de reflexiva continuidad; oscura borrasca querer y oscura borrasca odiar, como es oscuro todo en el niño que llora y ríe según secretos humores; oscuro e instintivo, pero con nada de azar; todo, como en el niño, atado a leyes inmanentes en cada organismo. Lo que odiamos y lo que amamos son el fruto del extraño florecimiento de nuestro grano una vez muerto, la especie de bien que pueda al fin conceder libertad a la confusa, compleja y contradictoria maraña de nuestros males; odiar y amar son: saber al fin lo que queremos; y tal vez el único modo que tiene el hombre de abrirse paso en sí y salir afuera, forma por la que escapa un día de su intrincada selva…”

Historia de una pasión argentina (1937) – Eduardo Mallea.



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