domingo, 13 de diciembre de 2009

de Diógenes de Sínope (1):

Diógenes de Sínope
413 - 327 a.c.
Filósofo griego

"Habiéndole invitado uno a entrar en su lujosa mansión, le advirtió a Diógenes que no escupiese en ella, tras lo cual éste arrancó una buena flema y la escupió en la cara del dueño, para decirle después que no le había sido posible hallar un lugar más inmundo en toda la casa"


- En otra oportunidad, estaba Diógenes cenando lentejas cuando le vió el filósofo Aristipo, que vivía confortablemente a base de adular al rey.

Aristipo le dijo:

- "si tú hubieras aprendido a ser sumiso al rey, hoy no tendrías que estar comiendo esa basura de lentejas".

A lo que Diógenes respondió:

- "y si tú hubieses aprendido a comer lentejas, hoy no tendrías que estar adulando al rey".


- En otra ocasión le preguntaron por qué la gente le daba limosna a los pobres y no a los filósofos, a lo que Diógenes respondió: "porque cuando la gente da limosna a los pobres piensa que ellos también pueden llegar a ser pobres; pero en cambio, nunca podrán llegar a ser filósofos"


- Platón había definido al hombre como un animal bípedo implume, y su definición obtuvo gran fama. Diógenes desplumó un gallo y lo introdujo en la escuela, diciendo: "Este es el hombre de Platón". A consecuencia de ello, se añadió a la definición: "Con uñas anchas".



- Menipo nos cuenta como fue la venta de Diógenes cuando después de ser capturado como esclavo, el subastador lo ofreció al mejor postor. Se le preguntó que sabía hacer: "Mandar" contestó; y el subastador le dijo: "Pregona si alguien desea adquirir un amo". Jeníades fue su comprador y a él le aseguró que debía obedecerle aunque fuera su esclavo, del mismo modo que obedecería a un médico si fuese esclavo. Le dijo: "Disponte a cumplir mis órdenes". Eubulo nos cuenta que envejeció en casa de Jeníades y al morir fue enterrado por sus hijos, que lo tenían en gran estima después de tantos años en los que fue su preceptor.



Diógenes y los perros


Algunas anécdotas sobre Diógenes hablan acerca de su comportamiento como el de un perro y sus alabanzas a las virtudes de los perros. Esto tiene su razón de ser en la palabra cínico. El nombre de cínicos tiene dos orígenes diferentes asociados a sus fundadores. el primero viene del lugar donde Antístenes, su maestro, fundó la escuela y solía enseñar la filosofía, que era el santuario y el gimnasio de Cinosargo, cuyo nombre significaría kyon argos, es decir perro ágil ó perro blanco. El segundo origen tiene que ver con el comportamiento de Antístenes y de Diógenes, que se asemejaban al de los perros, por lo cual la gente les apodaba con el nombre de kynikos, perro. Por lo tanto, kynikos ó cínicos sería similares al perro ó aperrados. Esta comparación viene por el modo de vida que habían elegido estos personajes, por su idea radical de libertad, su desvergüenza y sus continuos ataques a las tradiciones y los modos de vida sociales.

Quiénes comenzaron a apodar a Diógenes como "el perro" tenían la clara intención de insultarle con un epíteto tradicionalmente despectivo. Pero el paradójico Diógenes, halló muy apropiado el calificativo y se enorgulleció de él. Había hecho de la desvergüenza uno de sus distintivos y el emblema del perro le debió de parecer adecuado para defender su conducta. Los motivos por lo que se relaciona lo cínico con lo canino son: la indiferencia en la manera de vivir, la impudicia a la hora de hablar ó actuar en público, las cualidades de buen guardián para preservar los principios de su filosofía y, finalmente, la facultad de saber distinguir perfectamente los amigos de los enemigos. Diógenes decía irónicamente de sí mismo que, en todo caso, era "un perro de los que reciben elogios, pero con el que ninguno de los que lo alaban quiere salir a cazar". En mitad de un banquete, algunos invitados comenzaron a arrojarle huesos como si se tratara de un perro. Diógenes se les plantó enfrente y comenzó a orinarles encima, tal como hubiera hecho un perro. También le gritaron "perro" mientras comía en el ágora y el profirió: "Perros vosotros, que me rondáis mientras como! Con idéntica dignidad respondió al mismísimo Platón, que le había lanzado el mismo improperio: "Sí ciertamente soy un perro, pues regreso una y otra vez junto a los que me vendieron".-