martes, 17 de noviembre de 2009

de Arthur Schopenhauer (2):

Arthur Schopenhauer
1788 - 1860
Pensador y Filósofo Alemán
El Mundo como Voluntad y Representación
3. Caracteres de la Voluntad de Vivir

En conformidad, vemos a menudo un ser enfermizo, raquítico y deformado por la edad, la miseria y las enfermedades, implorar desde el fondo de su alma nuestra ayuda para prolongar una existencia cuyo término debiera ser el objeto de todos sus anhelos, si el hombre fuese guiado en este punto por un criterio objetivo. En vez de ello, es la voluntad ciega quien lo determina bajo la forma de voluntad de vivir, de alegría de vivir, de valor de vivir; es un impulso idéntico al que hace crecer a la planta. Este valor de vivir puede ser comparado a una cuerda tendida sobre la escena del mundo y de la cual pendiesen las marionetas sostenidas por hilos invisibles, mientras que sus pies sólo en apariencia tocan al tablado (valor objetivo de la vida). Si la cuerda cede, la marioneta baja; si se rompiera un día, la marioneta caería, pues el piso no la sostiene más que en apariencia. En otros términos, la relajación del valor de vivir es la hipocondría, el spleen. Su agotamiento trae la inclinación al suicidio, al cual se lanza el hombre por el motivo más nimio, a veces imaginario, como si se buscase camorra a sí mismo para matarse, como otros la buscan a otra persona; y hasta se da el caso de matarse sin motivo alguno.

La misma causa que obliga al hombre a soportar la vida le lleva también a agitarse y moverse para vivir. Nadie se mueve por impulso propio; la necesidad y el tedio son las cuerdas que ponen al peón en movimiento. De aquí que todos nuestros estados, así en su conjunto como en sus pormenores, lleven impreso el sello de la coacción: el individuo, perezoso en el fondo y anhelando el reposo, pero obligado a avanzar, se asemeja al planeta en que habita, al cual la fuerza que le impulsa hacia adelante es lo único que le impide caer sobre el sol. Así, pues todo está en estado de tensión perpetua y de movimiento forzado y la marcha del mundo se efectúa como decía Arisitóteles (De coelo 11, 13) ou fisei, alla bia (motu, non naturali, sed violento). Los hombres no son atraídos más que en apariencia, pues en realidad son empujados; no les atrae la existencia, es la necesidad lo que les espolea. La ley de motivación, como toda causalidad, es una pura forma del fenómeno. Dicho sea de pasada, éste es el origen del lado cómico, burlesco, grotesco y caricaturesco de la vida, pues cuando los individuos son empujados por detrás contra su voluntad, gesticulan y se mueven como pueden, y la confusión que de aquí nace ofrece un aspecto de los más grotescos; más no por eso son menos serios los dolores de la vida.
En todas estas consideracones se descubre claramente que la voluntad de vivir no es una consecuencia del conocimiento de la vida, no es, en cierto modo, una conclusio ex praemissis ni nada secundario; antes al contrario, es lo primero de lo primero, la premisa de todas las premisas, y precisamente por esto aquello de que la filosofía debe partir, pues la voluntad de vivir no existe como una consecuencia del mundo, sino el mundo como una consecuencia de la voluntad de vivir.




No hay comentarios:

Publicar un comentario